Es sorprendente que un insecto con un cerebro tan diminuto sea capaz realizar análisis de imágenes cuando nosotros en cambio, tenemos regiones enteras de nuestro cerebro dedicadas a resolver ese problema.
Fue hace cinco años cuando un científico de la Universidad de Monash, Adrian Dyer, demostró que las abejas, entrenadas con una recompensa de azúcar, eran capaces de reconocer rostros humanos. La abeja volaba hasta la fotografía de la cara con la que recibía su recompensa. Esa demostración asombró al mundo.
Cuando una colonia es infectada por hongos patógenos, las abejas llevan a la colmena mayores cantidades de propóleo, una mezcla de cera y resinas de plantas con propiedades antifúngicas. Los investigadores encontraron que cuando aplicaban a la colmena un tratamiento fúngico, las abejas llevaban hasta un 45 por ciento más de propóleo a la colmena, y además, retiraban las larvas parasitadas por los hongos de forma que conseguían reducir significativamente la infección.
El estudio que ha llegado a esa conclusión ha sido elaborado por el Departamento de Biología Ambiental y Evolutiva y el Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Haifa-Oranim (Israel). Al parecer el néctar de las flores contiene pequeños niveles tanto de nicotina (flores del tabaco) como de cafeína (flores de cítricos) pero la gran pregunta era ¿son precisamente esos niveles los que atraen a los insectos que elaboran la miel?.
Para comprobarlo el equipo de personas antes citado elaboró varios tipos de polen “artificial”, en los que se iban alterando los porcentajes de las adictivas sustancias mencionadas, desde la versión “light” hasta la versión “hard” (1 miligramo por litro). Los resultados no se hicieron esperar; las abejas preferían e iban directamente al polen adulterado.
Hay dos tipos de abejas, las hembras y los machos. Los machos, zánganos (drones, en inglés) son haploides, nacen del óvulo de una hembra sin fecundar, sólo tienen la mitad de los cromosomas de su madre, una abeja hembra (obrera o reina).
Las abejas hembras son diploides, como los humanos, fruto de un óvulo y un espermatozoide. El esperma de los machos lo conserva la abeja reina en un órgano llamado espermateca.
Durante los tres primeros días las abejas hembras son iguales, a partir del tercer día las obreras alimentan con jalea real a las larvas elegidas para ser reinas, a las demás las alimentarán con néctar, miel, polen y escasa jalea.
Esta diferencia alimentaria permitirá el desarrollo de los órganos reproductores de las abejas reinas. El efecto diferenciador de la alimentación y el entorno (temperatura y tamaño en la celda), se conoce científicamente como “epigenética” y transforma la anatomía y morfología de la abeja hembra para converstirse en una abeja reina.
Las abejas obreras tan solo viven unos 45 días en épocas de fuerte floración. Solo en la última parte de esos días irá a recoger néctar, polen, agua, resinas para propóleos y mielatos.
Para reunir un kilo de miel hacen falta 2.540 abejas volando 156 kilómetros cada una, para que cada abeja consuma néctar en 3.900 flores. O lo que es lo mismo, en números redondos: 1 kg Miel = 396.240 kilómetros de vuelo + el néctar de 9,9 millones de flores y el trabajo de 2.540 abejas.
Las abejas fueron altamente empleadas durante la segunda guerra mundial, y antes de que te imagines a abejas entrenadas para picar a los enemigos o meterse en sus fosas nasales, te comento que se empleaban era por su cera.
La cera que producen las abejas coloniales era utilizada para recubrir las armas y protegerlas durante el transporte a las zonas bélicas. Para ello, sólo en Estados Unidos de América se mantenían 6 millones de colmenas de abejas. Una vez terminada la guerra, como no necesitaban tanta cera, los colmenares se dejaron de cuidar y su número se redujo hasta los tan solo 2,5 millones de colmenas en la actualidad.
Las abejas son constructoras con un gran sentido de lo económico, racional y funcional. Los panales están entre las estructuras mejor diseñadas y organizadas de la naturaleza; sus paredes se juntan en ángulos de 120º, formando hexágonos completos perfectos donde no hay espacios libres entre una celda y otra.
Los exágonos cumplen con dos criterios esenciales de fabricación para las abejas, a saber: el morfológico y el de optimización de espacio.
Una celda cuadrada o rectangular cumpliría con el criterio de optimización al no dejar espacios libres entre celda y celda, pero no permitiría que la abeja pueda acceder fácilmente a su interior dada su morfología. Por otro lado, una celda redonda (cilíndrica) permitiría el desplazamiento de las abejas por las celdas, pero no sería una estructura óptima para el panal, quedando demasiados espacios vacíos a rellenar con cera, lo que implicaría un mayor esfuerzo. Así pues, el hexágono es la mejor forma de optimizar el espacio y el criterio morfológico en una colmena.
Sí la hay, las abejas solo salen de la colmena cuando la temperatura exterior supera los 10 ºC.
Las abejas melíferas obreras son la única especie de abeja que muere tras lanzar una picadura. Estas inyectan el 50% del veneno al momento de clavar su aguijón, el resto fluirá de él poco a poco.
Al estar el aguijón compuesto de dos lancetas con púas, cuando la abeja entierra su aguijón, ya no lo puede sacar, dejando atrás no sólo el aguijón, sino también parte de su tracto digestivo, músculos y nervios. Este enorme desgarro abdominal es lo que mata a la abeja.
Las abejas reina, por otro lado, tienen un aguijón atrofiado por lo que no pican, y los zánganos no tienen aguijón.
La abeja reina puede vivir hasta 5 años y es la única abeja que pone huevos. Es la más ocupada en los meses de verano, cuando la colmena debe ser más fuerte y poner hasta 2.500 huevos por día. En apicultura, las abejas reinas se mantienen durante 2 años en los que son más productivas, posteriormente son sustituidas por el apicultor.
Los apicultores pintan de color a las reinas para poder distinguir su edad y saber cuándo es el momento oportuno para su sustitución.